Así se fortalecieron los grupos criminales durante los dos años del Gobierno Petro: hay más violencia y descontrol

Así se fortalecieron los grupos criminales durante los dos años del Gobierno Petro: hay más violencia y descontrol

Las unidades de inteligencia del Estado alertan que todos los grupos armados organizados se han fortalecido durante el Gobierno de Gustavo Petro y proyectan una ola de violencia para 2025. en un informe la revista SEMANA conoció los inquietantes hallazgos de los uniformados en todos los rincones del territorio nacional y el futuro que les podría esperar a las poblaciones más desamparadas.

El Clan del Golfo pasó de tener 4.000 personas en sus filas en 2019 a 9.000 en 2024; al ELN le contabilizaron 3.000 integrantes en 2019 y 4.500 en 2024; mientras que las disidencias de las Farc, en todas sus fracciones, acumularon 2.300 sujetos en 2019 y para el último año fueron más de 4.000. De acuerdo con las autoridades, el combustible que facilitó este crecimiento está conformado por el cese de hostilidades que autorizó el presidente, el narcotráfico, la extracción ilícita de yacimientos mineros, el cobro de extorsiones, los secuestros, el tráfico de migrantes y el contrabando.

Jesús Ávila, alias Chiquito Malo, recibió la herencia de alias Otoniel para multiplicarla en todo el país. Antes de la pandemia, cometieron delitos en los departamentos de Antioquia, Córdoba, Chocó y Sucre. Cinco años después, conquistaron algunos sectores de Casanare, Meta, Santander, Valle del Cauca, Atlántico, Bolívar, Magdalena, Cesar, La Guajira y Cundinamarca. Hoy es la estructura criminal más fuerte de todo el país y una de las más temidas de América Latina.

Antonio García conduce a los terroristas del ELN en Arauca, Norte de Santander, Chocó, Antioquia, Bolívar, Boyacá, Casanare, Vichada y Nariño. En medio del cese al fuego que les otorgó la Casa de Nariño, los guerrilleros avanzaron hacia la región del Pacífico para tomar el control de la exportación de la cocaína y han causado múltiples crímenes.

Hay tres disidencias de las Farc y todas se combaten. Los bandidos son liderados por Iván Mordisco, Iván Márquez y Alexánder Díaz, alias Calarcá. Ellos arrancaron en municipios del Meta, Caquetá, Guaviare, Nariño y Putumayo. Con corte a 2024, sumaron espacios importantes en Antioquia, Cauca, Valle del Cauca, Vaupés, Tolima, Huila, Amazonas, Arauca, Vichada y Guainía.

La perspectiva de las Fuerzas Militares es que en 2025 aumentarán las confrontaciones entre los grupos armados por el control territorial y ocuparán los espacios donde no hay presencia de guerrillas. Sin embargo, todo estará condicionado a la estrategia de seguridad que proponga el Gobierno y el futuro de la paz total. Altos mandos de la institución, en diferentes regiones, aseguraron que los ilegales “continuarán su proceso de expansión; tienden a continuar la disputa territorial; y se podrían presentar más fraccionamientos en el interior de las estructuras”. La población civil estará en la mitad del caos, mientras el Ejecutivo se concentrará en acercamientos de paz que, por ahora, no dan resultados. El deseo del Clan del Golfo es convertirse en un partido político sin sometimiento a la justicia, el ELN quiere hacer grandes reformas mientras empuña los fusiles y las tres disidencias de las Farc, bajo la sombrilla del narcotráfico y el cobro de extorsiones, no tienen una agenda clara.

La corona de las Farc

Cauca, Valle del Cauca y Nariño son el diamante de las disidencias de las Farc de Iván Mordisco, pero tienen competencia: el ELN, la Segunda Marquetalia y el bloque de Calarcá les quieren arrebatar el poder a sangre y fuego. Entre enero y diciembre de 2024, las tropas detectaron la presencia de 1.570 personas armadas en esa región. El reclutamiento de menores de edad, la instrumentalización de la población civil, los ataques terroristas, el narcotráfico y la extracción ilícita de oro son las mayores preocupaciones.

El Pacífico es importante para estas estructuras por los amplios cultivos ilícitos, los laboratorios para el procesamiento de cocaína y los corredores de movilidad hacia el exterior. Por estas razones, el Ejército Nacional sospecha que se darán seis escenarios que alterarán el orden público en los próximos 12 meses.

“Expansión territorial y posicionamiento de comisiones armadas en municipios donde no se registra presencia de actores armados; absorción de bandas delincuenciales organizadas para el fortalecimiento del componente armado y componente criminal focalizado; desbordamiento de la estructura residual Carlos Patiño, creando una nueva estructura, cuyo fin es la supuesta recuperación del cañón del Micay; reactivación de ataques terroristas en el norte del Cauca a manos del ELN, pero haciéndose pasar por estructuras residuales (de las) Farc como estrategia de guerra; desbordamiento de las estructuras Iván Ríos y Ariel Aldana para asentarse a través de nuevos grupos; (y) movimiento de cabecillas con trayectoria delictiva a las áreas más críticas ante golpes y presencia del Ejército”, se lee en un documento de la institución.

Todas las disidencias de las Farc se disputan la Amazonía con 1.300 hombres en armas con el respaldo de organizaciones criminales de Brasil, Ecuador y Perú. La guerra no tiene límites y los campesinos son testigos de eso: decapitan a los enemigos, queman sus cuerpos y los abandonan en las montañas para que los descompongan la noche y el día. Ellos se aprovechan de las comunidades indígenas y las presionan para que sus hijos se unan a la violencia. Tal como ocurre en el Pacífico, el interés es apoderarse de las rutas del narcotráfico y recibir el pago de todas las extorsiones.

El análisis de las Fuerzas Militares señala que “se seguirán presentando confrontaciones entre estos grupos, teniendo en cuenta que lo único que quieren es un control tanto territorial como de las economías ilícitas. Asimismo, se podrían presentar más fraccionamientos. Estos departamentos comparten fronteras, por lo cual se podrían presentar más confrontaciones”. Amazonas, Caquetá, Guainía, Guaviare, Putumayo y Vaupés parecen otra Colombia. Los alcaldes deben pagar extorsiones para cumplir con sus planes de gobierno, las autoridades cargan con presiones para definir el destino de la justicia y el futuro más cercano que tienen los menores de edad es terminar con las botas puestas y cargar un fusil para estar en una guerra que no les pertenece.

En la Orinoquía delinquen las disidencias de las Farc, el ELN y el Clan del Golfo. Su presencia es visible para la población civil porque todos son obligados a pagar extorsiones, camuflados con el eufemismo de “impuestos”. Allí hay una siembra masiva de artefactos explosivos y las autoridades departamentales denuncian que se perdió el control en algunos municipios. La confrontación es total: Iván Mordisco quiere permanecer en la zona, alias Calarcá lo quiere sacar, el ELN se aferra a lo poco que tiene y el Clan del Golfo quiere llenar los vacíos.

La novedad en la región es el aterrizaje de los hombres de alias Otoniel, que tienen su imperio en Antioquia y apostaron para estar cerca de Venezuela. Ellos se sostienen con el microtráfico, el asesinato de personas por encargo y el robo de ganado, una práctica que les está sirviendo para darle apariencia de legalidad a sus ingresos criminales, según fuentes de la Policía Nacional.

El futuro que proyectan las autoridades es desalentador: “Tienden a continuar la disputa territorial por corredores y rutas de movilidad para su actuar delictivo. La frontera es porosa y los grupos armados suelen usarla para evadir a las autoridades en Colombia, usando pasos ilegales, así como trasladar hacia el país vecino personas secuestradas o cometer asesinatos”.

En Norte de Santander ocurre lo mismo. El ELN y las disidencias tienen el control absoluto de uno de los puntos de venta de armas ilegales más potentes de la región, cuyo emisor es Venezuela. Allí se podría dar una confrontación entre ambas estructuras por el poder de las economías ilícitas, especialmente por el narcotráfico.

La llegada al Eje Cafetero

Las Fuerzas Militares revelaron que existe un plan de expansión de las disidencias de las Farc para llegar al Eje Cafetero en 2025. Los líderes de esa expedición son Iván Mordisco y alias Calarcá, férreos enemigos que competirán por estas montañas. Un alto mando de la institución comentó que “debemos aplicar las medidas correspondientes en cuanto a inteligencia y operaciones militares para evitar el paso de estos GAO (grupos armados organizados) a la región cafetera”.

La seguridad de Tolima es amenazada por al menos 57 disidentes de las Farc y la expectativa es que “se presentará confrontación armada entre las estructuras por el control de las economías ilícitas”. En Huila pasa algo similar, pero con 331 hombres en armas, y se esperan más criminales para este año. La Cordillera seguirá aterrorizando a Risaralda y lo mismo pasará con Los Flacos en el Quindío.

La situación de Boyacá es especial por sus fronteras y las economías ilegales: la extorsión y la explotación de oro. Los análisis preliminares advierten de confrontaciones entre el ELN y las disidencias de las Farc, “cobro de extorsiones a figuras políticas, a miembros de gremios o a población civil en general para fortalecer su subsistema financiero”.

Imperio del Clan del Golfo

El Clan del Golfo actuará en el 2025 como un actor político para que el Gobierno nacional le tenga consideración en eventuales negociaciones de paz mientras incrementa sus ganancias del narcotráfico, extorsión, minería y tráfico de migrantes en Antioquia, el Chocó y el Caribe, de acuerdo con el testimonio de integrantes de la Policía Nacional y del Ejército.

En Antioquia, donde ya domina el 53 % de los municipios, aumentarán los combates con el ELN y las disidencias de las Farc para llegar a Mina Nueva, un sector del sur del Bolívar que deja cientos de millones de pesos a las guerrillas por cuenta del oro. En Chocó se enfrentará al ELN para dominar la ruta marítima hacia Centroamérica, pero el otro grupo armado no será un rival fácil porque se está fortaleciendo en armamento y hombres. La presencia en el Caribe será más llevadera porque no tiene competición y adoptará a las bandas locales para el microtráfico y las extorsiones.

La narrativa del Clan del Golfo la escribirá bajo el nombre de “Ejército Gaitanista de Colombia” y uno de sus mayores logros será cuando domine la criminalidad en Quibdó, la primera ciudad capital de Colombia que estará bajo el control de un grupo armado.

El futuro que se perfila para Colombia es preocupante. A medida que los grupos armados organizados continúan expandiendo su influencia y consolidando su poder, la violencia y la inestabilidad seguirán marcando la vida de miles de ciudadanos. Las comunidades más vulnerables serán las principales víctimas, atrapadas en medio del conflicto, mientras el Gobierno sigue apostando por procesos de paz.

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