¿Quién detiene a Daniel Ortega?
El presidente de Honduras, Juan Orlando Hernández (i); el expresidente de El Salvador, Salvador Sánchez Cerén (c), y el presidente de Nicaragua, Daniel Ortega.
El plan de la pareja presidencial nicaragüense es quedarse en el poder sin importar a quién tengan que detener o qué organización deban cerrar. Ninguna condena internacional les importa; ahora lanzan un nuevo desafío: nacionalizar a un expresidente salvadoreño acusado de corrupción; otro exmandatario de ese país también recibió refugio de los Ortega.
El 28 de agosto de 2020 se desató en Nicaragua una crisis que está poniendo a prueba a la comunidad internacional: la detención de centenares de personas críticas del gobierno de Daniel Ortega y su esposa y vicepresidenta, Rosario Murillo. De acuerdo con la Organización de Víctimas de Abril (OVA), de los 156 “presos políticos”, como los califica la oposición, 146 fueron arrestados en el contexto de las protestas antigubernamentales de 2018.
La nueva ola represiva, que se desató hace dos meses, ha sumado 31 personas más tras las rejas: siete aspirantes a la Presidencia, un excanciller, dos exvicecancilleres, dos históricos exguerrilleros sandinistas disidentes, una defensora de derechos humanos, dos líderes campesinos, dos dirigentes estudiantiles, un dirigente empresarial, un banquero, una ex primera dama, un exdiputado, un periodista, un comentarista, tres trabajadores y cinco dirigentes opositores.
¿Qué busca el clan Ortega? De acuerdo con Sergio Ramírez, exvicepresidente de Nicaragua y escritor, el plan maestro es impedir unas elecciones transparentes. “La decisión cerrada de Daniel Ortega, quien llegó por segunda vez a la presidencia en 2007, es reelegirse una vez más, junto con su esposa, la vicepresidenta Rosario Murillo. Así alcanzaría veinte años consecutivos de mando, sin contar los diez que gobernó en el período de la revolución en los años 80, con lo que superaría con creces a cualquier miembro de la familia Somoza, que gobernó el país directa o indirectamente entre 1937 y 1979”, escribió en una columna en el periódico The New York Times.
Y nada parece detenerlo. Estados Unidos, Canadá y la Unión Europea impusieron sanciones a varios miembros del gobierno de Ortega; no le importó y aceitó su maquinaria para establecer una alianza estratégica con Rusia, país con el que selló una “alianza técnico-militar”, que comprende compra de armas más modernas y entrenamiento de militares para condiciones específicas. Además, selló un acuerdo para la compra de vacunas Sputnik V contra el coronavirus —pandemia que los Ortega negaron— y quieren producir el antídoto ruso en laboratorios del país.
Una resolución del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas en marzo le pidió dejar de “acosar y asediar a los opositores y disidentes políticos en Nicaragua, y que cesen las detenciones arbitrarias, las amenazas y otras formas de intimidación como método para reprimir la crítica; y pide, además, “liberar a todos aquellos arrestados ilegal o arbitrariamente. “Daniel Ortega ha demostrado, con las detenciones de candidatos presidenciales, líderes estudiantiles y del sector privado, que no va a permitir elecciones libres el próximo 7 de noviembre, porque sabe que va a perder. Y aunque la comunidad internacional ha reaccionado con una condena total, a él y a su esposa y vicepresidenta, Rosario Murillo, simplemente no les importa”, explicaba en este diario Cynthia Arnson, del Woodrow Wilson Center. Con ese escenario, ¿quién detiene a Ortega?